#diariodeunmentor ¿Qué triángulo utilizas?
No necesitas otro MBA.
Necesitas un triángulo.
Y no, no es una metáfora budista ni una herramienta de coaching de las que acaban en PDF.
Es una radiografía exacta de por qué algunos negocios escalan como cohetes…
…y otros se arrastran como gusanos con síndrome de burnout.
La clave no está en tu logo. Ni en tu página web. Ni en tu agencia de marketing.
Está en esto:
¿Estás construyendo el triángulo del éxito o el triángulo del fracaso?
El triángulo del éxito (el que funciona aunque no tengas ni un duro en el banco)
En la cúspide: UNA idea.
Claro, sencilla, vendible.
Una sola. No siete. No “mi pasión es ayudar a otros a encontrar su pasión”.
No “estoy trabajando en tres líneas de negocio a la vez”.
No.
Una idea.
Definida.
Comprensible por tu abuela.
Y con precio.
Si no tienes esto, no tienes nada. Tienes palabrería.
En el centro: olfato afilado.
El instinto que desarrollas cuando estás en la arena.
Cuando escuchas más al mercado que a los gurús.
Cuando pruebas, testas, fracasas, repites y mejoras.
Cuando hueles una necesidad antes de que se convierta en moda.
El olfato no se estudia. Se afila. Currando.
Y abajo: cojones/ovarios.
La parte que más molesta leer.
Porque aquí se acaban las excusas.
Aquí solo queda levantarse y ejecutar.
Da igual si tienes miedo. Si no tienes tiempo. Si estás cansado.
Los negocios se levantan con decisiones incómodas, llamadas que acojonan y acciones que te hacen sudar.
¿No quieres hacerlo?
Perfecto.
Pero no esperes resultados.
Porque el triángulo del éxito se construye con cojones.
No con ganas.
El triángulo del fracaso (el que usan los que siempre “están a punto de”)
Arriba: mil ideas.
Te explota la cabeza de creatividad.
Eres el puto Da Vinci del siglo XXI.
Tienes más proyectos que clientes.
Todo te ilusiona. Todo te gusta. Todo te parece una oportunidad.
Pero ¿sabes qué?
La ilusión sin ejecución es fantasía.
Y la fantasía no factura.
En el medio: olfato confundido.
Sigues tantos perfiles, lees tantos libros, ves tantas historias de éxito…
…que tu cerebro parece una coctelera de ideas ajenas.
No hueles una oportunidad, hueles humo.
Y abajo: cero cojones.
Cuando llega el momento de hacer la llamada, lanzar la web, cobrar más, cerrar al cliente tóxico…
Te escondes.
Lo dejas para mañana.
Lo piensas más.
Y mientras tú reflexionas… otros ejecutan.
¿Y tú?
Mírate al espejo.
¿Eres de los que tienen UNA idea y la defienden como si fuera su apellido?
¿O eres de los que cambian de proyecto cada seis semanas porque “esto no fluye”?
¿Tienes olfato real o estás siguiendo la moda del mes?
¿Tienes los cojones/ovarios para decidir lo que hay que hacer… incluso cuando no apetece?
Porque si no tienes eso…
Tu negocio no es un proyecto.
Es un entretenimiento caro.
Ejercicio: dibuja tu triángulo
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En la punta, escribe tu idea.
(Si no puedes explicarla en una frase, no es una idea. Es una neblina.)
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En el centro, anota en qué sector, servicio o necesidad crees que tienes una ventaja ahora.
(¿Has olido algo que otros no ven? ¿O solo sigues el eco?)
-
Abajo, escribe qué estás haciendo esta semana que te da miedo.
(Llamar. Vender. Lanzar. Cobrar. Decidir. Cerrar.)
Si no puedes completar el triángulo… entonces ya sabes por qué no estás facturando.
Tres hostias-consejo que te evitarán perder otros seis meses
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No necesitas más ideas. Necesitas más cojones.
La idea ya la tienes. Lo que te falta es echarle lo que hay que echarle.
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No necesitas más mentores. Necesitas más decisiones.
La guía ya la sabes. El problema es que no ejecutas.
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No necesitas más inspiración. Necesitas más fuego.
Ese que te empuja a moverte aunque no sepas si funcionará.
Los que construyen el triángulo del éxito no son los más listos.
Son los más decididos.
Y si tú sigues engordando tu triángulo del fracaso…
…ya sabes qué clase de empresa vas a tener dentro de un año.
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