#diariodeunmentor El impuesto a la ignorancia

por | 6 Nov, 2025 | Uncategorized

No lo verás en tus facturas.

No aparece en tus balances.

No lo controla Hacienda.

Pero lo estás pagando. Todos los días.

Se llama “El impuesto a la ignorancia”, un concepto acuñado por Alex Hormozi —emprendedor, inversor y uno de los tipos más lúcidos del mundo del negocio— para describir todo lo que pierdes por no saber lo que deberías saber.

Y es el impuesto más caro del mundo.

Porque no tiene fecha de cobro.

Ni aviso previo.

Ni devolución.

Solo te das cuenta cuando ya te ha dejado en números rojos.


Imagina esta escena (que probablemente te suene)

Estás construyendo tu casa (tu negocio).

Tienes una visión clara, estás motivado, quieres hacerlo todo tú.

Empiezas fuerte, con ilusión, ahorrando costes y con esa frase tan letal como optimista:

“No necesito ayuda, ya me las apaño.”

Todo va bien hasta que empiezas a ver grietas.

Las tuberías gotean. Los cables están mal conectados.

Y el sistema de calefacción nunca llega a calentar.

Te das cuenta de que el “hazlo tú mismo” te ha salido carísimo.

Has perdido dinero, tiempo, energía y, lo más valioso, momentum.

Felicidades: acabas de pagar el impuesto a la ignorancia.


La versión real (y dolorosa)

Yo lo pagué.

Y lo pagué caro.

Cuando monté mi empresa en el sector de la formación para pymes, decidí que podía con todo.

Gestión, marketing, ventas, operaciones, finanzas…

Si era mi empresa, debía saber hacerlo todo.

(Eso es lo que nos decimos los que creemos que el orgullo es una virtud).

¿Mentoría? No.

¿Asesoría? Ya si eso más adelante.

¿Invertir en conocimiento? “Primero gano dinero, luego aprendo”.

Resultado: un máster intensivo en errores costosos.

Campañas que no funcionaban. Decisiones mal tomadas.

Y oportunidades que pasaron delante de mí mientras yo intentaba “descubrir cómo hacerlo mejor”.

Ese fue el recibo del impuesto.

No en dinero (solo), sino en tiempo, salud mental y desgaste.


¿Por qué todos terminamos pagando este impuesto?

Porque creemos que aprender cuesta más que equivocarse.

Y no.

Equivocarte es infinitamente más caro.

Hormozi lo explica perfectamente:

“Pagas el impuesto a la ignorancia cada vez que eliges no pagar por conocimiento.”

Cuando no contratas a quien sabe.

Cuando no preguntas.

Cuando prefieres “tirar de intuición” antes que invertir en datos, experiencia o consejo.

Y es el único impuesto que no se puede evadir:

te lo cobra la vida. Con intereses.


Las formas más comunes en las que lo estás pagando (aunque no lo notes)

  • Cuando pierdes un cliente por no saber negociar.

  • Cuando lanzas una campaña que no convierte.

  • Cuando te rodeas de gente barata que te sale carísima.

  • Cuando delegas sin enseñar, o enseñas sin delegar.

  • Cuando confundes “estar ocupado” con “progresar”.

Cada uno de esos errores tiene un coste.

A veces económico.

A veces emocional.

A veces ambos.


Lo peor del impuesto a la ignorancia no es que lo pagues…

…es que crees que no estás pagando nada.

Esa es la trampa.

Piensas: “No invierto en un mentor, así ahorro.”

Y lo que realmente haces es pagar el doble en errores, frustración y tiempo perdido.

Crees que no te cuesta nada no formarte,

pero te cuesta todas las oportunidades que no sabes reconocer.

Todos los problemas que no sabes prevenir.

Y todos los caminos que no sabes ver.


¿Cómo se deja de pagar?

  1. Aceptando que no lo sabes todo.

    Cuanto antes aceptes que hay cosas que desconoces, antes dejarás de pagar por ellas.

  2. Buscando a quien ya ha pasado por donde tú estás.

    Un mentor, un asesor, un profesional con cicatrices reales.

    No te enseñará todo… pero te ahorrará años.

  3. Dejando de ver el aprendizaje como gasto.

    Es inversión.

    Lo que cuesta caro no es aprender.

    Lo que cuesta caro es la arrogancia.

  4. Aplicando lo aprendido.

    El conocimiento sin acción es como un gimnasio pagado pero vacío.

    Te sigue cobrando, pero no te cambia nada.


Y ahora te lo digo sin rodeos:

Si crees que no puedes permitirte aprender…

prepárate para permitirte pagar por tu ignorancia.

Porque no saber es un lujo que las empresas pequeñas no pueden darse.

Y los negocios que duran son los que convierten la experiencia ajena en su atajo.

Deja de pagar a ciegas.

Invierte en ver claro.

Porque en los negocios, la ignorancia no es inocente.

Es carísima.


¿Y tú?

¿Cuánto crees que te ha costado ya tu impuesto a la ignorancia?

Haz las cuentas.

Te vas a sorprender.

Comparte esta entrada en:

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Verified by ExactMetrics