#diariodeunmentor Un perro, un clavo y la lección de por qué debes moverte

por | 17 Nov, 2025 | Uncategorized

Cuentan que un hombre tenía un perro tirado en el suelo de su casa. El perro se quejaba.

No ladraba. No lloraba. Solo se quejaba. Cada vez que cambiaba de postura, cada vez que intentaba moverse, soltaba un quejido seco, doloroso, casi rutinario.

Un amigo del hombre, de visita, le preguntó extrañado:

—¿Qué le pasa a tu perro? ¿Está enfermo?

El dueño, tranquilo, respondió:

—No, está bien. Solo que es muy perezoso.

El perro seguía quejándose. Una y otra vez. Aullidos bajos, que parecían una mezcla de dolor, resignación y rabia.

El amigo, preocupado, insistió:

—¿Seguro? ¿No deberías llevarlo al veterinario?

Y el dueño, con la misma calma:

—No es necesario. Sé lo que le pasa.

—¿Y qué es?

—Está acostado sobre un clavo.

Silencio.

—¿Sobre un clavo?

—Sí. Cada vez que se mueve, le duele. Pero no lo suficiente como para levantarse.

Y así, como ese perro, están muchos empresarios.

Muchos profesionales. Muchos líderes. Muchos emprendedores. Mucha gente.

Acostados sobre un clavo que les molesta… pero no lo suficiente como para hacer algo al respecto.

No es una crisis. Es un estancamiento.

No es una emergencia. Es una molestia constante.

No es que estés arruinado. Es que estás incómodo.

Y lo peor: te has acostumbrado a ello.

Hay negocios que no se han ido al traste… pero tampoco avanzan.

Equipos que no se rompen… pero tampoco crecen.

Hábitos que no te matan… pero te van desgastando.

Clientes que no se van… pero que tampoco se emocionan.

Y tú lo notas.

Y te quejas.

Y lo hablas.

Y lo posteas.

Pero no te mueves.

Porque el clavo duele… pero no lo suficiente.

Y aquí va la verdad incómoda: el clavo no va a doler más.

Nadie va a venir a quitártelo.

No va a llegar el día en que el dolor sea tan insoportable que mágicamente te levantes.

Eso solo pasa en las pelis, no en los negocios.

¿Y sabes por qué no te levantas?

Porque moverse también duele.

Duele invertir.

Duele delegar.

Duele reconocer que tu estrategia no funciona.

Duele cerrar algo que ya no da más.

Duele admitir que perdiste tiempo.

Pero ese dolor es productivo.

El del clavo no.

Ese solo sirve para que te quejes en bucle mientras ves pasar la vida y los negocios desde el suelo.

La pregunta no es qué te molesta.

La verdadera pregunta es:

¿Qué estás tolerando en tu vida o en tu empresa solo porque no te molesta lo suficiente como para hacer algo al respecto?

Haz la lista.

Y una vez la tengas, haz otra más pequeña: la de lo que vas a dejar de tolerar hoy.

Y empieza por moverte.

Porque nadie construye nada grande desde el suelo.

Y sí, al principio dolerá más moverse que quedarse quieto.

Pero después…

Después es cuando empiezas a avanzar de verdad.

Comparte esta entrada en:

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Verified by ExactMetrics