#diariodeunmentor Cómo matar a un Mamut (falta de clientes) con una cita falsa y dos halcones
Todo negocio tiene un Mamut.
Ese bicho enorme que nadie quiere mirar,
pero que está ahí, pisoteando el futuro.
Silencioso.
Incómodo.
Lleno de excusas.
En este caso, el Mamut se llamaba falta de clientes.
Un pub con buena música, copas decentes, estética cuidada…
pero vacío como un lunes de resaca.
El local no era malo. El ambiente tampoco.
El problema era el de siempre:
nadie entraba.
Y entonces alguien del equipo —cansado de ver al Mamut tomándose una caña solo— soltó la frase:
“Esto no se arregla con flyers. Necesitamos hacer ruido. O morir de silencio.”
Y trajeron al primero:
El Halcón Gurú.
Fase 1: Entra el Halcón Gurú
Un creativo sin filtro.
Con la ética de un coyote y la visión de un francotirador.
No vino con una campaña bonita.
Ni con descuentos.
Ni con un calendario de redes.
Solo trajo una pregunta:
“¿Y si usamos Tinder… pero no para ligar?”
“¿Y si lo usamos para atraer tráfico real, gente caliente, lista para una noche ‘especial’… que en realidad era una copa en tu bar?”
Se hizo el silencio.
Después, sonrisas cómplices.
Y entonces llamaron al segundo.
Fase 2: El Halcón Ejecutor
No era un copy.
Ni un trafficker.
Ni un consultor de funnel.
Era un setter con labia.
El tipo que convierte un “hola” en una cita,
y una cita en una visita al local.
La estrategia fue esta:
– Crear dos perfiles irresistibles en Tinder: uno masculino, otro femenino.
– Usar fotos reales, textos cuidadísimos y un tono seductor.
– Conversar, calentar, cerrar una “cita”…
– ¿Dónde? En el pub, claro.
Fase 3: El match llega. La cita no.
El cliente potencial se perfuma.
Se arregla.
Se ilusiona.
Llega al pub.
Pide una cerveza mientras espera.
Luego otra.
Y al final… se queda.
Porque el sitio le gusta.
Porque la música acompaña.
Porque ya que está aquí…
Y lo mejor: muchos volvían.
Con amigos.
Con ganas.
Con sed real, no solo emocional.
Resultado:
– Afluencia brutal.
– Comentarios en redes.
– Reputación de local “curioso”.
– Historias virales.
– Y lo más importante:
el Mamut, muerto.
¿Fue ético?
Nah.
Pero fue brillante.
Y absolutamente memorable.
Porque al final, no le vendieron una mentira.
Le vendieron una experiencia.
Una anécdota.
Un descubrimiento.
Y si alguien se ofendió…
bueno, también se tomaron algo.
Moraleja para negocios con mamuts paseándose por ahí:
-
Tu cliente no necesita otro anuncio. Necesita un motivo para entrar.
-
La curiosidad convierte más que cualquier cupón.
-
La estrategia importa, pero el descaro marca la diferencia.
-
Los halcones bien usados valen más que cien campañas “correctas”.
Y la más importante:
Cuando nadie habla de ti, hacer algo polémico no es una opción.
Es supervivencia.
¿Tú también tienes un Mamut sentado en tu negocio?
¿Quieres un Halcón Gurú que diseñe la estrategia?
¿Un Halcón Ejecutor que la haga realidad?
Escríbeme.
Traigo ideas que huelen a whisky, peligro… y caja registradora sonando.
por cierto, la historia es real; PUEDES VERLA AQUÍ
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