#diariodeunmentor El coste de oportunidad no se cobra con dinero. Se cobra con arrepentimiento.

por | 19 Nov, 2025 | Uncategorized

Hay algo perverso en los negocios… y en la vida.

No es aquello que haces malo. Es aquello que no haces.

No es el riesgo que tomaste y fallaste.

Es la apuesta que no hiciste… porque te pareció “mejor” quedarte quieto.

Mientras tú lees esto, alguien lanzó un proyecto.

Otro cambió de ciudad.

Otro aceptó que le pagaran lo que valía…

Y tú, ¿qué hiciste? ¿Seguiste en el tablero esperando que “todo volviera a ser como antes”?

“Pero es que ahora no es buen momento”

“Ya cuando esté más preparado”

“Mejor cuando tenga más recursos”

Son frases bonitas. Pero también son cheques sin firmar que estás pagando con lo que podría haber sido.


La vida te pone otra factura: la que nadie ve

No está ni en cuentas, ni en hojas de Excel.

No tiene coste monetario inmediato.

Pero se acumula.

Como óxido.

Como un susurro que, años después, grita: “Podrías haber intentado”.

Voy a contarte tres momentos de mi vida donde pagué ese coste.

Para que no los repitas. O para que los reconozcas.

Momento 1: Tenía 25 años, un proyecto en mente y una razón para no lanzarlo: “esperaré a estar listo”.

Resultado: alguien lo lanzó mientras yo lo posponía.

El coste: no solo lo que él ganó… sino lo que yo perdí en tiempo, energía y autoestima.

Momento 2: Tuve una relación que podía haber sido algo mejor, pero decidí no moverme.

“Ahora tengo que terminar este negocio”. “Ahora no es el momento”. “Ahora no puedo”.

Y ese “ahora” se convirtió en un “ya no”.

El coste: aprendizaje personal, compañero de viaje, vida compartida.

Momento 3: Contraté al tipo barato. Porque “por ahora nos vale”. Porque “ya mejoraremos luego”.

El tipo falló. Drenó. Y seguimos «tirando».

El coste: oportunidades que dejó de traer. Dinero que se fue en parches. Vida que se volvió rutina.


En los negocios pasa igual pero multiplicado

  • Ignoras el cambio en tu mercado porque aún vendes algo.

    Coste de oportunidad: otro género, otro canal, otro cliente.

  • No inviertes en lo que te asusta: liderar equipo, hablar en público, vender alto.

    Coste de oportunidad: tu “yo” que no existirá nunca.

  • Te mantienes donde “te da” porque “al menos” ahí estás.

    Coste de oportunidad: aquello que tus talentos podrían generar.

Y lo brutal: no te lo envían.

No lo ves.

No aparece.

Hasta que un día miras atrás… y lo reconoces.


Por qué “el coste” duele más que “el fallo”

Una caída se ve. Se sana. Se cuenta.

Una oportunidad perdida se esconde.

Y te hace creer que “estás bien”.

Pero no lo estás.

Estás reservado.

Te compadeces. Haces “programas de motivación”. Cambias la página.

Pero la deuda sigue ahí. Sin pagar. Sigilosamente.

“Bueno, al menos estoy entretenido”

“Bueno, al menos tengo algo”

“Bueno, al menos no arruiné todo”

Y te quedas ahí… sentad@… en la silla…

—Molest@— pero no lo bastante como para levantarte.


Señales de que ya estás pagando el coste de oportunidad

  1. Cuando tu mente dice más “ojalá hubiera…” que “voy a…”.

  2. Cuando tus ideas quedan en notas.

    No en acciones.

  3. Cuando miras a otros que lo están haciendo y lo justificas:

    “Sí… pero él tenía…”

    “Sí… pero yo…”

    Y tú no.

  4. Cuando tus quejas laten más fuerte que tu impulso de cambiar.


Lo que puedes hacer hoy para empezar a saldar la deuda

  • Haz la lista de lo que estás dejando pasar

    Sin adornos. Brutal. Tienes proyectos. ¿Cuáles? ¿Los que no iniciaste?

  • Ponle un plazo

    No “voy a…”

    Un día concreto. Hora. Acción.

  • Haz algo que te asuste

    Esa llamada, ese email, ese “no sé si podré” que haces.

    Hazlo.

    Porque el miedo ejecutado es la puerta al coste eliminado.

  • Revisa cada mes

    No para sentir culpa.

    Para ver qué ya no estás dejando pasar.


Lo más duro

El coste de oportunidad no te mata de golpe.

Te mata gota a gota.

Te mina por dentro.

Hasta que un día eres otro.

No version 2.0.

Versión estancada.

Y créeme… cuando pasa, duele más que cualquier error.

Porque cuando ya no hay tiempo para “igual lo hago”, solo queda “podría haber hecho”.

Así que decide hoy.

Haz algo que antes no hiciste.

Porque si no lo haces… otro lo hará.

Y tu “podría haber sido” se convertirá en su “ya soy”.

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