#diariodeunmentor Emprendedores cactus: duros, adaptables y extraordinariamente floridos
No sé tú, pero a mí cada vez me caen mejor los cactus.
Y no, no me refiero a los que decoran oficinas nórdicas ni a los que aparecen en stories de Instagram con filtros de “vida zen”.
Hablo de los empresarios cactus.
Gente que no necesita condiciones ideales para crecer.
Que no llora si no hay sombra.
Que florece con calor, con frío, con viento o con tormenta.
Y que, si les tocas sin cuidado… pinchan.
¿Por qué te hablo de cactus y no de unicornios?
Porque ya estoy hasta las espinas de la narrativa empalagosa del emprendimiento bonito.
De los discursos de “sigue tu pasión y todo llegará”.
De los “visualiza y lo manifestarás”.
Mira, emprender no es una peli de Pixar.
Es desierto.
Es tierra seca.
Es sol que abrasa.
Y noches que congelan hasta las ideas.
Y ahí, si no eres cactus… te mueres.
Punto.
¿Qué tienen los emprendedores cactus?
1. No se quejan. Se adaptan.
Cuando el entorno cambia, ellos también.
No lloran porque ha bajado el tráfico web, porque Meta cambió el algoritmo o porque un cliente les dejó en leído.
Observan. Ajustan. Ejecutan.
Sin drama. Sin grupo de WhatsApp de apoyo emocional.
2. No necesitan aplausos.
No viven del like fácil ni del “qué crack eres” en LinkedIn.
Viven de resultados.
Y si tienen que florecer sin que nadie lo vea, lo hacen.
A oscuras.
En silencio.
Mientras los otros aún están decidiendo qué filtro ponerle al fracaso.
3. No se derrumban.
¿Problemas? Cada día.
¿Dudas? En cada paso.
¿Miedo? También.
Pero siguen.
Porque saben que el desierto no perdona a los que se paran.
Y que no te mueres por tener miedo…
Te mueres por no hacer nada con él.
4. Pinchan si hace falta.
No son agresivos, pero no son tontos.
Si alguien abusa, si un cliente se pasa, si un colaborador se cree el rey del desierto…
Actúan.
Ponen límites.
Y si hace falta, pinchan y se van.
Sin culpa. Sin drama. Sin mirar atrás.
¿Y tú? ¿Qué tipo de emprendedor eres?
Porque aquí no vale “soy un cactus por dentro”.
Aquí se nota en tu día a día:
– ¿Te adaptas o solo te quejas?
– ¿Te importa más lo que piensan… o lo que cobras?
– ¿Proteges tus raíces o te vendes por likes?
– ¿Sacas flores o solo excusas?
– ¿Eres capaz de pinchar si hace falta… o te conviertes en bonsái con miedo?
¿Quieres un consejo de mentor?
Rodéate de más cactus.
De gente que aguanta.
Que te habla claro.
Que no se rinde en cuanto el calor aprieta.
Que no necesita likes, solo resultados.
Y sobre todo:
sé tú ese cactus.
Porque en el mundo real no gana el más bonito,
ni el más preparado,
ni el que se queja mejor…
Gana el que resiste.
El que florece cuando todos los otros ya se han secado.
El que sigue creciendo…
aunque nadie mire.
¿Te animas a florecer en el puto desierto?
Entonces bienvenido al club de los cactus.
Nos vemos en las espinas.
0 comentarios