#diariodeunmentor La estrategia que te salvó ayer… hoy te está matando (y no lo ves)

por | 2 Oct, 2025 | Uncategorized

«Un viajero que cruzando unas tierras inhóspitas y salvajes, se topó con un río infranqueable.

El hombre se dio cuenta inmediatamente de que estaba en un serio apuro porque, por un lado, las aguas eran profundas y turbulentas, batidas por una corriente violenta que habían arrancado el único puente que había en muchos kilómetros; pero por si esto fuera poco, la orilla en la que se encontraba atrapado resultaba terriblemente peligrosa: abundaban allí los lobos y los bandoleros, la tierra era pantanosa y no había nada que comer.

El viajero, tras varios días agazapado entre las ramas de un árbol, exhausto y hambriento, tuvo de pronto una idea que le hizo saltar de júbilo: haría una balsa. Trenzaría ramas y juncos, las ataría con los jirones de su ropa y se lanzaría al río. La corriente era fuerte, es cierto, pero él remaría con los brazos y las piernas y, aunque fuera arrastrado muchos kilómetros río abajo, en algún momento conseguiría llegar sano y salvo a la otra orilla.

Y eso fue exactamente lo que hizo. A toda prisa confeccionó una frágil balsa con la que se aventuró entre las aguas sucias y salvajes. Y tras mucho remar, mucho temer, mucho rezar y mucho sufrir, consiguió llegar a la otra orilla.

El hombre, presa de una alegría y un agradecimiento que cualquiera de nosotros podrá entender, abrazó la balsa, besó sus enmarañadas ramas y la apretó contra sí:

– ¡Gracias a ti he salvado la vida! –decía. ¡He salido del mayor aprieto en que jamás me haya encontrado! ¡A partir de ahora te llevaré siempre conmigo para salvar todas las dificultades que me encuentre!

Y diciendo esto, el hombre la cargó pesadamente sobre su espalda y continuó fatigosamente su camino, llevándola siempre consigo, a través de llanuras, montañas y desiertos. Y por más que el sudor le cegara la vista y sus piernas temblaran bajo el enorme peso, él nunca la soltó.»

Ahora cambia “balsa” por “estrategia”.

Y cambia “viajero” por “emprendedor”.

¿A que ahora todo cobra más sentido?

Bienvenido al mayor error silencioso que veo en mis mentorías:

No es que no sepas qué hacer.

Es que te aferras a lo que un día te funcionó…

como si fuera tu religión.

Sigues enviando newsletters como en 2018.

Sigues confiando en ese producto que hace años era top, pero ya no emociona a nadie.

Sigues escribiendo como cuando nadie te leía.

Sigues utilizando argumentos que ya no convencen ni a ti.

Y todo con una lógica noble, pero equivocada:

“Esto me salvó, esto me funcionó, esto me trajo hasta aquí”.

Sí, colega. Te trajo hasta aquí.

Pero no te va a llevar más allá.

El problema no es que tengas estrategias viejas.

El problema es que las amas.

Que te emocionan.

Que te recuerdan lo valiente que fuiste.

Que simbolizan esa etapa en la que tuviste hambre, ganas y te lanzaste sin red.

Y eso, en vez de servirte para inspirarte…

te está frenando.

Porque ahora no necesitas una balsa.

Necesitas una moto.

O una avioneta.

O un puñetero cohete.

Pero tú ahí sigues, con las ramas a cuestas.

¿Por qué nos cuesta tanto soltar?

Por lo mismo que cuesta cerrar un negocio que ya no funciona.

Por lo mismo que cuesta despedir a alguien que empezó contigo.

Por lo mismo que cuesta dejar de hablar con un cliente que ya no te paga.

Porque confundimos la lealtad con la cobardía.

Y la gratitud con el estancamiento.

Lo que deberías preguntarte ahora mismo:

– ¿Qué estrategias uso hoy solo porque un día me funcionaron?

– ¿Qué decisiones me pesan más de lo que me impulsan?

– ¿Qué “balsas” estoy cargando y me están jodiendo las piernas?

– ¿Qué tendría el valor de dejar atrás si no tuviera miedo?

Un consejo de mentor, sin flores:

Agradece a tu balsa.

Despídete.

Y suéltala.

No le debes nada.

Lo que te salvó ayer no tiene derecho a arruinarte mañana.

Y si tú no tienes el coraje de soltarlo…

el mercado lo hará por ti.

Porque hoy no gana el más nostálgico.

Gana el que sabe cuándo pasar de capítulo.

Y tú ya estás releyendo lo mismo demasiado tiempo.

¿Quieres un ejercicio práctico?

  1. Haz una lista de las estrategias que usas hoy en tu negocio.

  2. Escribe al lado: ¿Funcionan hoy? ¿Me impulsan o me frenan?

  3. Tacha sin piedad las que solo estás usando “por si acaso”.

Es duro.

Pero es necesario.

Porque nadie crece con la mochila llena de ramas.

¿Tú también estás cargando una balsa?

Te entiendo.

Pero si quieres avanzar, no puedes seguir abrazando lo que solo fue una solución temporal.

Es hora de caminar más ligero.

De soltar.

De diseñar nuevas herramientas para nuevos ríos.

Y de dejar de vivir de lo que una vez fue útil.

Hoy, si quieres cruzar el siguiente desierto…

Necesitas otra cosa.

Y lo sabes.

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