#diariodeunmentor La “excusita” de Navidad funciona igual que la de “veranito”
Hay una frase que escucho cada año. Dos veces, sin falta:
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“Bueno… ya en enero arranco con fuerza.”
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“Ahora, con septiembre a tope, ¿eh?”
Y me entra la risa. Una risa de esas incómodas. Porque lo he vivido. Porque lo he dicho. Y porque sé lo que es pagar el precio de esa excusa disfrazada de calendario.
Le llamo la excusita estacional.
Navidad, verano, Semana Santa, puente, cumpleaños del gato… todo vale para no moverse.
Y el problema no es que descanses: es que uses el descanso como coartada para no avanzar.
Enero y septiembre: los meses más saturados… de promesas rotas
Enero está lleno de propósitos que duran una semana.
Septiembre está lleno de agendas compradas que acaban vacías.
¿Y el resto del año?
Esperando.
“Ahora viene Semana Santa.”
“Ahora llega el puente.”
“Ahora tengo vacaciones.”
“Ahora ya se acaba el año…”
Y así, sin darte cuenta, tu negocio se convierte en un calendario con excusas en vez de fechas importantes.
¿Y qué haces tú mientras tanto?
Pues lo de siempre:
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Dejas de prospectar porque “la gente está de vacaciones”.
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No lanzas la campaña porque “ahora no es momento”.
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No haces esa reunión porque “con las fiestas ya, mejor después”.
Y mientras tú congelas todo…
Tu competencia sigue en movimiento.
Tus clientes siguen buscando.
Y tus objetivos siguen alejándose.
¿Quieres descansar? Hazlo. Pero no mientas
No hay nada malo en parar. De verdad.
Todos lo necesitamos.
Lo que está mal es disfrazar de descanso lo que en realidad es parálisis disfrazada de lógica.
Porque el problema no es diciembre. Ni agosto.
El problema es que en tu cabeza siempre hay una excusa esperando turno.
Cuando no es la navidad, es el verano.
Cuando no es el verano, es el puente.
Cuando no es el puente, es que “la gente ahora no contesta”.
Y cuando lo han hecho todo, ya es demasiado tarde para arrancar.
La vida no espera a enero ni a septiembre
Tus oportunidades no tienen festivos.
Tus metas no entienden de vacaciones.
Tu futuro no sabe lo que es “ya en enero”.
Sabe lo que haces hoy.
Sabe si diste el paso o no.
Sabe si llamaste, escribiste, propusiste, vendiste o simplemente te escudaste en una fecha.
¿Por qué la excusa suena tan bien?
Porque todos la compran.
Porque nadie te juzga si dices “ahora no toca”.
Porque puedes poner una sonrisa, brindar, hacerte el ocupado… y nadie sabrá que simplemente estás paralizado.
Pero tú sí lo sabes.
Y eso te come por dentro.
El coste invisible de “esperar a después”
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Ese cliente que no contactaste porque “todo el mundo está off”.
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Ese lanzamiento que pospusiste por no molestar.
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Esa propuesta que no hiciste porque pensaste que “no era el momento”.
Todo eso… alguien lo hizo.
Y ese alguien no eras tú.
¿Y si este año te atreves a romper la regla?
¿Y si, en lugar de apagar motores, mantienes el ritmo?
¿Y si, en lugar de prometerte cosas para enero, las haces hoy?
¿Y si, en lugar de parar por inercia, decides si realmente necesitas parar?
Porque no estás en el colegio.
No te van a regalar un cuaderno nuevo cada año.
No hay tutorías, ni recreos, ni pizarra que te diga “es hora de empezar”.
Hay realidad. Y la realidad premia al que actúa cuando los demás descansan por inercia.
Deja de regalarle excusas a tu futuro.
Descansa si necesitas. Pero no conviertas el descanso en norma.
Y, sobre todo: no conviertas el calendario en tu jefe.
Tu negocio no se levanta en enero ni en septiembre.
Se levanta cada día que tú decides no apagarlo por costumbre.
¿Vas a terminar el año igual que lo empezaste?
¿O te vas a regalar el lujo de avanzar mientras otros siguen buscando el momento perfecto?
Porque te recuerdo algo importante:
Ese momento perfecto no existe.
Pero sí existe el momento de hacer las cosas aunque no parezca perfecto.
Y ese… es ahora.
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