#diariodeunmentor Los beneficios clandestinos de obsesionarte con la productividad

por | 3 Oct, 2025 | Uncategorized

Emprender sin obsesión por la productividad es como intentar correr un maratón con chancletas.

Puedes hacerlo… pero el ridículo es monumental y el sufrimiento innecesario.

Y sin embargo, ahí estás tú, con una agenda que parece una lista de deseos y un Trello que grita “sálvame”.

Creyendo que el problema es que te falta tiempo.

Que necesitas otro curso de organización.

Que es culpa del entorno, de los hijos, del mercado, de Mercurio retrógrado.

Pero no.

El problema es que no te obsesionas lo suficiente con una sola pregunta:

¿Qué coño estoy haciendo con mis horas?

¿Por qué deberías volverte un maniático de tu tiempo?

Porque si no lo haces tú, alguien más lo hará.

El cliente que te llama a las 20:48.

El colaborador que no respeta plazos.

El equipo que te pregunta cosas que están en el manual.

La red social que te atrapa con vídeos de gente bailando con Excel.

Y cada microsegundo que no proteges… te lo roban.

La obsesión productiva no es para todos

Es para los que entienden que esto no es un hobby.

Que no montaron un negocio para jugar a “tener una empresa”.

Que tienen que pagar sueldos, mantener familia y crecer cada mes.

Y eso solo se consigue cuando tu sistema de productividad te convierte en un puto francotirador.

Alguien que dispara a lo que importa.

Y lo hace todos los días, sin fallo, sin excusas.

¿Qué consigues cuando te vuelves un obsesivo con clase?

1. El mundo deja de controlarte (y empiezas a controlarlo tú)

Cuando dominas tu tiempo, decides tú.

– Qué entra.

– Qué no.

– Qué cambia.

– Qué se cancela.

Te conviertes en el director de orquesta de tu día.

Y no en el músico que corre a ver qué instrumento le toca ahora.

2. El foco se convierte en tu superpoder

Porque ya no haces “cositas”.

Haces lo que genera ingresos, impacto y libertad.

Y eso te diferencia.

Porque el 90% de emprendedores están ocupados…

…y solo el 10% están progresando.

3. Tu energía sube (sí, aunque trabajes más horas)

¿Paradoja?

No.

Cuando sabes exactamente lo que vas a hacer, por qué y para qué…

el cansancio desaparece.

Tu cerebro no se agota por trabajar.

Se agota por no tener claridad.

Y cuando eliminas el ruido, aparece algo mágico: energía creativa.

4. Tu sistema empieza a trabajar por ti

Llega un punto en que tus hábitos productivos hacen el trabajo sin ti.

No porque no estés.

Sino porque te has entrenado como un puto espartano de la ejecución.

Y ahí, amigo… es cuando escalas.

Pero cuidado: no confundas productividad con esclavitud

No se trata de llenar la agenda.

Se trata de llenar tu vida de acciones que:

– Facturen.

– Avancen.

– Te acerquen a tu visión.

Y para eso, hay que tener claras tres cosas:

  1. Qué quieres.

  2. Qué lo frena.

  3. Qué lo desbloquea.

Y luego, hacer solo eso.

El ejercicio de los 30 minutos

Haz esto hoy mismo:

  1. Coge papel y boli (sí, a mano).

  2. Divide en dos columnas: “Estoy haciendo” vs “Debería estar haciendo”.

  3. Sé cruel. Sé honesto. Sé despiadado.

  4. Tacha la mitad de “Estoy haciendo”.

  5. Programa la mitad de “Debería estar haciendo”.

Y mañana… empieza por lo segundo.

Hazlo una semana.

Y luego me cuentas si no es la mejor terapia de productividad que has probado.

5 frases de tatuaje para emprendedores obsesivos

  1. “Todo lo que no suma, resta.”

  2. “Mi calendario habla más claro que mis intenciones.”

  3. “No hay acción sin fecha. No hay fecha, no existe.”

  4. “Quien no ejecuta, sueña.”

  5. “Si me quitas 10 minutos, me pagas el doble.”

Y ahora, pregúntate:

¿Tienes un negocio o un parque de atracciones de tareas aleatorias?

¿Eres el CEO… o el becario de tu propia empresa?

¿Estás obsesionado con tu productividad… o con parecer ocupado?

Porque si no estás obsesionado por avanzar, crecer, mejorar y sistematizar…

Alguien más lo estará.

Y te va a comer vivo.


Así que ya sabes.

Hazte obsesivo. Pero del bueno.

Del que hace, mide, corrige y vuelve a hacer.

Del que no busca magia… sino mejora.

Del que no espera motivación… se entrena.

Porque la productividad no es solo una habilidad.

Es un posicionamiento empresarial.

Y cuando lo dominas…

El tiempo deja de ser enemigo.

Y se convierte en tu mejor socio.

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