#diariodeunmentor Perseguir el objeto dorado: la droga silenciosa del emprendedor moderno
En el mundo del emprendimiento hay un virus mucho más destructivo que la falta de financiación, la ausencia de clientes o la competencia feroz.
Se llama: perseguir el objeto dorado.
Esa idea brillante.
Ese proyecto nuevo.
Esa app que te dijo un colega que “lo está petando”.
Ese negocio que, ahora sí, promete dinero rápido, libertad y éxito sin dolor.
Es el espejismo que más emprendedores ha arruinado.
Porque mientras tú corres detrás de la nueva moda, de la oportunidad fácil, de lo último que ha funcionado a otro… tu proyecto real se queda huérfano.
¿Qué es el objeto dorado?
Es cualquier idea nueva que parece tener más sentido que la que ya tienes en marcha.
Más sexy, más fresca, más viral.
Y como todo objeto brillante, brilla más cuanto más lejos está.
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La agencia que no despega… pero la gente dice que ahora lo que va fuerte es Amazon FBA.
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El SaaS que no encuentra clientes… pero todo el mundo habla de infoproductos.
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El e-commerce que apenas vende… pero el contenido en TikTok está generando ingresos pasivos “a lo loco”.
Y entonces piensas: “voy a probar eso”.
Y lo pruebas. Y no funciona.
Porque tampoco lo ejecutas bien, ni lo entiendes a fondo, ni lo maduras.
Y cuando no funciona… ¿qué haces? Exacto: otro objeto dorado.
El síndrome del emprendedor veleta
Un día estás montando una escuela online.
Al siguiente, buscas proveedores chinos.
Después, te abres un canal de YouTube.
Más tarde, un colega te mete en cripto.
Y así pasan los años.
Sin resultados.
Sin marca.
Sin reputación.
Sin ingresos estables.
Solo ideas, inicios… y frustraciones.
¿Sabes qué es lo más jodido de todo esto?
Que tú trabajas duro.
Te levantas temprano.
Vas a eventos.
Inviertes en herramientas.
Haces cursos.
Sigues cuentas “inspiradoras”.
Pero sigues atrapado en la casilla uno.
Porque no construyes profundidad.
No maduras una sola línea de acción hasta convertirla en sistema.
Y sin sistema, todo es humo.
La trampa del talento disperso
Eres brillante, pero disperso.
Tienes potencial, pero estás en bucle.
Sabes mucho, pero no sostienes nada lo suficiente como para convertirlo en poder.
¿Y sabes qué? Eso agota.
Y te convence de que quizás no vales para esto.
Pero no es verdad.
Sí vales. Lo que pasa es que no paras.
Y lo que no paras, no crece.
¿Qué hacer entonces?
1. Elige una sola idea y comprométete con ella 12 meses
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No 2.
No “hasta que vea si funciona”.
Hazla funcionar.
Si no tienes producto/mercado encaje, lo buscas.
Si no sabes vender, lo aprendes.
Si no tienes leads, los generas.
Si no tienes marca, la construyes.
Pero no saltas. No huyes. No persigues brillos.
2. Mide tu progreso real, no tu sensación
No te emociones por empezar.
Emociónate por mantener.
Por sostener una estrategia.
Por optimizar algo que ya funciona.
Haz seguimiento. Sé brutalmente honesto.
Mide como un adulto. Ejecuta como un enfermo. Mejora como un obsesivo.
3. Itérate tú, no solo tu negocio
No cambies de idea, cambia de versión.
Tú eres el mayor cuello de botella.
Si no vendes, no es el mercado: eres tú.
Si no cierras, no es el producto: es tu pitch.
Si no arrancas, no es el algoritmo: es tu miedo.
Empieza por ti. Mejora tu foco. Tu hábito. Tu ejecución. Tu narrativa.
Entonces todo cambia.
Y si aún dudas, pregúntate esto:
¿Estás construyendo algo que dure… o solo corriendo para no sentirte fracasado?
Porque construir exige renunciar.
Renunciar a la dopamina de la novedad.
Renunciar al “lo vi en Instagram”.
Renunciar al miedo de que otros “van más rápido”.
Y elegir profundidad. Repetición. Sufrimiento productivo.
Porque sí, el objeto dorado existe.
Pero no está en el camino.
Está al final del túnel.
Después de muchas versiones.
Después de mucho aguante.
Después de días aburridos y decisiones difíciles.
Ahí es donde está el oro.
Pero si sigues cavando hoy aquí, mañana allá…
nunca llegarás.
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