#diariodeunmentor vigila con los HOW MUCH y exige HOW MANY

por | 23 Sep, 2025 | Uncategorized

Un grupo de emprendedores en una sala.

Hay café, portátiles, ideas, música de fondo, frases motivadoras. Se suelta:

“Esta semana vamos a empujar fuerte”.

“Quiero que nuestra marca suene más”.

“Tenemos que estar top en redes”.

“Hay que cerrar más clientes.”

Todos asienten, algunos hacen gestos con la cabeza. Se vacía la sala. Se vuelve al día a día.

¿Y qué? Nada. Casi nada. Quizás un post extra, quizás una reunión menos larga, quizás una buena intención que se enfría.

Ese es el modo how much. Mucha promesa, pocos hechos. Mucho “vamos a” y cero “¿cuántos exactamente?”.

Y lo peor es que cuesta ver que estás ahí, porque te lo venden como actitud: líder transparente, marca auténtica, foco, energía. Pero sin how many, eso no provoca cambio real.

¿Por qué nos quedamos en “how much”?

Porque da seguridad.

Porque es más cómodo decir “vamos a trabajar mucho” que decir “quiero 20 presupuestos para el viernes”.

Porque “cuántos” implica responsabilidad, implica que alguien tiene que fallar si no lo consigue.

Y nadie quiere cargar con la sombra de ser el que no logró cuota.

Además, muchos líderes nacen con la convicción de que “liderar es inspirar”. Y sí, inspirar mola… pero no paga facturas. No cubre nóminas. No garantiza que tus hijos coman. No asegura crecimiento.

La otra cara: los “how many”

Estos no se distraen. No hablan mucho. Actúan. Miden. Ajustan. Exigen. Celebran cuando hay números, pero también corren cuando los resultados flojean.

  • Piensan en leads, no sólo en “visibilidad”.

  • En conversiones, no solo en “reconocimiento de marca”.

  • En facturación, no sólo en número de likes.

  • En responsabilidad. No en frases bonitas.

Y sí, suelen verse como “duros” por fuera. Como “exigentes”. Pero nunca como fáciles de olvidar.

Porque cuando entregas tus números, cuando cumples tus metas, te conviertes en un líder que otros respetan.

Historia real (que podría ser tuya)

Hace poco estuve con un cliente que tenía un negocio digital. Buen producto. Buen copy. Comunidad decente. Pero cada mes se quedaba con la sensación de “podríamos facturar el doble”.

Le pregunté:

– “¿Cuántos productos vendes por mes?”

– “¿Cuántos leads traes?”

– “¿Cuántas veces lanzas algo nuevo al mes?”

– “¿Cuántos presupuestos firmas?”

Y la respuesta fue una mezcla de aproximaciones, estimaciones sueltas, no tener todo registrado.

Le hice el ejercicio de “cuántos – fecha – responsable” para todos sus planes de los siguientes 30 días. Lo escribimos. Lo plasmamos. Lo compartió con su equipo.

A los 7 días ya se notó: se priorizaron tareas útiles, los plazos dejaron de flotar, se dejó de soñar… para empezar a hacer. A la semana 4, ese negocio ya tenía un crecimiento de facturación del 20 %. No por milagro, sino por haberle puesto número y plazos a lo que antes era “vamos a hacerlo”.

Ejercicio: ¿cuántos mandas realmente?

Haz esto ahora mismo:

  1. Toma los objetivos que tienes para las próximas 2 semanas. Aquellos proyectos, tareas, lanzamientos que “tienes pendiente”.

  2. Para cada uno, escríbelo de esta forma:

    “Quiero X (número) de [lo que sea: propuestas, llamadas, ventas, publicaciones] para [fecha exacta] con responsabilidad de [nombre de persona].”

  3. Revisa los que ya habías dicho esta semana o mes con frases vagas. Vuelve a convertirlas en “cuántos”.

  4. Pon esos objetivos públicamente ante tu equipo. Que cada uno sepa lo que se espera. Que haya visibilidad.

  5. Al final de esas dos semanas, haz balance: lo que dijiste vs lo que entregaste. Ajusta. Repite.

Este ejercicio te muestra en qué bando estás: si en el de “how much” (hablas fuerte, haces ruido) o en el de “how many” (logras cosas que se pueden contar).

Consejos para que no vuelvas al “vamos a…”

Aquí van estrategias prácticas para quedarte en lo útil, lo real, lo tangible:

  1. Objetivos cuantificables

    Cada meta que te pongas debe tener un número claro. Sin número, es fantasía.

  2. Fechas límite impostergables

    Si dices “cuando pueda” ya estás abriendo la puerta al aplazamiento eterno. Dile “para el jueves”. O para el viernes por la mañana. O para hoy.

  3. Responsables únicos

    Que no haya un “el equipo”. Que haya “Juan”, “Ana”, “María”. Que alguien sepa que le toca, y que sepa que se le va a preguntar.

  4. Seguimiento estricto

    No con buen rollo. Con exigencia. Que se vea si lo entregas o no. Que se note que los números importan.

  5. Revisión de errores y ajustes

    Si algo no sale, investiga por qué no salió. No para lamentarte, sino para aprender. ¿Faltaba claridad? ¿Faltaba disciplina? ¿Faltaba herramienta?

  6. Aceptar la incomodidad

    Líder que no incomoda no lidera. Cuando empiezas a pedir números y fechas, alguien se va a molestar. Alguien se va a quejar. Perfecto. Bienvenido al liderazgo real.

Si esta noche piensas:

“Mañana empiezo con más energía, hago algo grande”

Hazte un favor: cámbialo por:

“Mañana envío 5 propuestas concretas antes de las 14:00, me las revisas, y lo mido.”

Ese pequeño cambio distingue entre quien finge y quien lidera.

Menos cuentos bonitos.

Menos frases genéricas.

Menos “how much” vacío.

Más impactos cuantificables.

Más “how many” que duelen.

Más resultados que puedas contar.

Porque al final del día…

Lo que no se contabiliza, no se controla.

Lo que no se lidera con números…

Acaba siendo humo.

Y tú no estás aquí para montar humo.

Estás aquí para construir.

Para liderar.

Para que alguien mire hacia atrás y diga:

“Ese proyecto, esa empresa, esa decisión… pasó porque alguien dijo cuántos, puso fecha, y lo hizo.”

Empieza ahora.

Que los mamuts no tengan oportunidad de llenar tu agenda muerta.

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