Como ya te dije, he iniciado una cruzada para exterminar Mamuts. Les he declarado la guerra.

Esos gigantes prehistóricos que frenan negocios, paralizan decisiones y convierten empresas en organismos obesos e ineficientes.

Mi ejército de halcones ya está en marcha.

Pero antes de empezar la cacería, tienes que conocer al enemigo.

Porque los mamuts no son inofensivos. No son entrañables ni merecen compasión. Se alimentan de tu tiempo, tu dinero y tu energía, y si no los detectas a tiempo, acabarán devorando todo lo que has construido.

Aquí tienes la lista de los mamuts más peligrosos que he encontrado en mi camino.

Si reconoces alguno en tu entorno, no mires para otro lado. Márcalo, apunta bien y prepárate para cazar.


El mamut burocrático – la bestia de las reuniones y los trámites innecesarios

Este mamut es lento. Tan lento que podría tardar tres semanas en girar la cabeza.

Y lo peor es que su lentitud es contagiosa.

Es el que hace que cualquier decisión requiera doce reuniones, cinco correos y la firma de alguien que no tiene ni idea de lo que está aprobando, pero que insiste en “validar el proceso”.

Es el que convierte lo simple en complicado, lo rápido en eterno y lo obvio en un infierno de documentos, normativas y cadenas de correos sin sentido.

Si este mamut reina en tu empresa, estás condenado a morir por inercia.


El mamut de recursos humanos – el reclutador de problemas

Este mamut no contrata talento. Contrata cuerpos.

Su misión no es encontrar a los mejores, sino llenar sillas.

Si alguien no rinde, no pasa nada. Se le manda a una formación inútil, se le pone un coach motivacional o, en el peor de los casos, se le sube el sueldo para ver si se motiva.

Y así, poco a poco, el mamut de recursos humanos construye estructuras obesas, con equipos llenos de gente que no debería estar ahí.

Si quieres matarlo, deja de contratar personas y empieza a contratar soluciones.


El mamut del marketing vacío – la falsa promesa del branding sin ventas

Este mamut no sabe vender, pero gasta como si lo hiciera.

Cada euro que le das lo convierte en campañas visualmente espectaculares que no generan ni un solo cliente.

Le encanta hacer eventos, anuncios “creativos” y estrategias de contenido que impresionan… pero que no venden nada.

Cuando alguien pregunta por resultados, el mamut suda y responde con cosas como:
“Hemos aumentado el engagement”
“Nuestra marca ahora tiene más visibilidad”
“Estamos generando comunidad”

Traducción: hemos quemado el dinero y no tenemos ni idea de si ha servido para algo.

Si quieres matarlo, deja de medir tu marketing en términos de imagen y empieza a medirlo en dinero en caja.


El mamut del “siempre se ha hecho así” – el enemigo de la evolución

Este es el mamut que convierte negocios en fósiles.

Cada vez que alguien sugiere una nueva estrategia, una tecnología mejor o una forma más eficiente de trabajar, este mamut responde con su frase favorita:
“Esto siempre se ha hecho así”.

No le interesa la optimización. No le interesa la innovación. No le interesa la mejora.

Solo quiere seguir repitiendo lo mismo hasta que un día, sin previo aviso, la empresa se hunda por no haber sabido adaptarse a tiempo.

Si Kodak, Blockbuster o Nokia hubieran exterminado a este mamut a tiempo, hoy seguirían vivos.

Si quieres matarlo, cuestiona cada proceso, cada norma y cada tradición que no tenga sentido.


El mamut de las oficinas gigantes – la trampa de los metros cuadrados

Este mamut mide el éxito en tamaño de oficina, no en rentabilidad.

Si la empresa factura un millón, pero se gasta medio en alquiler, para él está bien.

Porque lo importante no es la eficiencia, sino que la oficina sea grande, tenga sofás caros y una recepción donde nadie espera a nadie.

Mientras tanto, los negocios ágiles operan desde cualquier parte del mundo, sin pagar por espacio muerto ni gastar en postureo innecesario.

Si quieres matarlo, paga solo por lo que necesitas y olvídate de las oficinas como símbolo de estatus.


El mamut de los proyectos eternos – el maestro del “estamos trabajando en ello”

Este mamut es el rey del humo.

Nunca lanza nada porque nunca está listo.

Cada vez que preguntas cuándo estará el proyecto terminado, la respuesta es la misma:
“Estamos ajustando los últimos detalles”.

Pero esos “últimos detalles” pueden durar meses, años o incluso toda la vida.

Porque el mamut de los proyectos eternos no sabe cerrar nada. No sabe entregar. Solo sabe alargar los plazos hasta que todo se vuelve irrelevante.

Si quieres matarlo, deja de planificar y empieza a ejecutar.


El mamut de la procrastinación – el rey de las excusas

Este mamut es especialmente peligroso porque vive en tu cabeza.

Te dice que todavía no es el momento. Que necesitas más información. Que primero tienes que hacer un curso. Que mejor esperas a que el mercado esté “más estable”.

Y así, cada día, cada semana, cada mes, sigue creciendo.

Hasta que un día, sin darte cuenta, el mamut se ha hecho tan grande que ya no puedes vencerlo.

Si quieres matarlo, haz ahora mismo la tarea que llevas posponiendo meses.


¿Cuántos mamuts sigues alimentando?

Voy a decirte algo que tal vez no quieras escuchar:

Si estos mamuts siguen vivos en tu empresa es porque los estás manteniendo tú.

Tienes dos opciones:

  1. Seguir dándoles de comer hasta que te devoren a ti y a tu negocio.
  2. Coger la lanza y empezar a cazar.

Aquí no hay término medio.

Las empresas que sobreviven exterminan mamuts.
Las que desaparecen los crían y los protegen.

Elige en qué lado quieres estar.

Verified by ExactMetrics