Hoy para el post de este fin de semana, os traigo una fábula que espero os sirva de inspiración, y que además quiero utilizar para expresar como me siento con ciertas personas que pensé eran más solidarias, empáticas e incluso las tenías por personas medianamente inteligentes.
Esta fábula expresa a la perfección la importancia de «sentirse» bien ayudando a los demás, sin importar que sea mejor o peor, si más o menos, mucho o poco, pues lo más valido de ser una persona solidaria, es ser conscientes de la importancia de anteponer los intereses propios, para ponerse en la piel de los demás ante su sufrimiento, ante su desgracia.
Por suerte, en estos días he podido a ver a gente que no tenía casi NADA y lo poco que tenía lo daban para ayudar a gente que ni conocía y que seguramente ni conocerá, gente que me preguntaba cuando iba a buscar a sus casas ropa y material, que si podían quedarse con niños y familias, que por favor les dijera de asociaciones y entidades, gente que es capaz de coger un coche y decirme;
– Alberto ¿NOS VAMOS? (gracias Luis por el ofrecimiento)
Aún a sabiendas que solo era para traer a una familia, solo una familia y hacer 4.000 kilómetros ya hubiera merecido la pena.
Hoy quiero dar las gracias a la gente que nos ha enviado cientos de bolsas, se han ofrecido a ir a buscar con coches a familias, e incluso gente que nos ha dicho que este mes se quitaría de cosas suyas para aportar alimentos y/o medicinas.
A esos «pajaritos» solo les puedo dar las gracias, y a esos elefantes que en estos días no solo no ayudan sino que se creen en posesión de la verdad, que intentar «adivinar» y «manipular» que se hará con esa ayuda, o gente que juzga de que es mejor o peor, que no saben la diferencia entre GUERRA e INVASIÓN, a toda esta gente, solo decirles que no saben lo que se pierden al ayudar a los demás, que tranquilidad y paz da aportar poco, quizás muy poco, quizás con el pico muy estrecho, muy pequeño, pero al fin y al cabo, el placer de DAR!!!
“Había un incendio en un gran bosque de bambú; el incendio formaba llamaradas impresionantes, de una altura extraordinaria.
Todos los animales huían despavoridos, pues se trataba de un fuego terrible que asolaba todo a su paso.
De pronto, los animales vieron pasar sobre sus cabezas a un pequeño pajarito… en dirección contraria, es decir, hacia el fuego.
Se trataba de una pequeña ave, muy pequeñita, cogía agua del lago con el pico y regresaba sobre el gran incendio, y lo hacía una y otra vez;
Varios elefantes le observaban, sorprendidos le dijeron:
Oye, ¿por qué estás haces eso? ¿No ves que es imposible? ¿Cómo crees que con esas gotas de agua puedas tú apagar un incendio de tales dimensiones?
-Huye como hacemos nosotros, no podrás lograrlo.
Y el ave humildemente contestó:
“El bosque lo es todo para mi. Yo nací en este bosque y haré todo lo que este a mi alcance para que no desaparezca. Este bosque es mi origen y mi hogar, quizás no pueda apagar el incendio, pero estoy haciendo mi parte, si todos hiciéramos nuestra parte, el incendio se apagaría rápido.
Ahora si me vais a ayudar id al río y coger agua con vuestras trompas, sino dejarme que una a una con mi pequeño pico pueda apagar este horrible incendio”